Por: Equipo Auditool
En una reunión con la alta dirección de una compañía, el equipo de auditoría presentó un informe impecable desde el punto de vista técnico: datos sólidos, conclusiones claras y recomendaciones estratégicas. Sin embargo, al pasar las páginas, un directivo no pudo evitar notar algo: la palabra “análisis” aparecía varias veces escrita sin tilde. Lo que parecía un error mínimo terminó generando un murmullo silencioso en la sala. “Si no pueden cuidar una tilde, ¿qué tan cuidadosos habrán sido con los números?” comentó uno de los asistentes. En ese instante, la credibilidad del informe se tambaleó.
Ese pequeño detalle, una tilde olvidada, puso en duda la minuciosidad de todo un trabajo que había tomado semanas
Cuando lo mínimo pesa más de lo esperadoLos auditores suelen concentrarse en cifras, riesgos y controles. Sin embargo, en la práctica, los clientes y usuarios de los informes también evalúan la forma, no solo el fondo. Un informe con errores ortográficos, incoherencias de redacción o datos mal alineados puede generar la impresión de descuido.
Ejemplos sobran:
- Un informe con fechas inconsistentes que confundió al comité de auditoría.
- Un error tipográfico en un cuadro de cifras que llevó a interpretar mal una recomendación.
- Un título de sección mal redactado que dio la sensación de improvisación.
Aunque ninguno de estos fallos afectaba el contenido sustancial del informe, todos provocaron la misma consecuencia: desconfianza.
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