Nuevos retos del tercer sector - Auditoría & Co
Javier Mancebo, Auditor de Sector Público en Grant Thornton
Uno de los grandes problemas a los que nos enfrentamos cuando examinamos la viabilidad del Tercer Sector es la acusada dependencia de la financiación pública. Entre un 50% y un 70% de los ingresos de estas organizaciones provienen de subvenciones o ayudas públicas. Dicha situación se ha agravado extraordinariamente.
Tras la llegada de la crisis llegó el lógico recorte en los inputs financieros: disminución de presupuestos, aminoramiento en la cuantía de las subvenciones y dificultades de acceso al crédito. Si a ello le sumamos el incremento de necesidades sociales acelerado por la llegada de la crisis, podemos concluir que nos encontramos con un nuevo escenario nada alentador.
En este contexto, el Tercer Sector ha tenido que adaptarse a un nuevo paradigma de actuación y funcionamiento que ha provocado graves cambios: fusiones de entidades sin ánimo de lucro, recortes en la plantilla y desaparición de algunas de ellas. Es necesario, por tanto, actualizar el modelo de financiación mediante la búsqueda de nuevas fórmulas en aras de un mantenimiento de la importancia adquirida por esta parcela de la Economía nacional durante los últimos años. Entre otras medias, podemos resaltar por su importancia las siguientes:
- Crowfunding: financiación colectiva, financiación en masa o micromecenazgo son términos que aluden al fenómeno de las personas que forman parte de una red para las obtención de fondos u otros recursos destinados a un proyecto o propósito. Es utilizado en multitud de actividades industriales o creativas, campañas políticas, creación de empresas, y también para proyectos sociales y culturales. En nuestro caso son donaciones conferidas a las Entidades sin Ánimo de lucro, con Internet como base y difusión principal a través de redes sociales.
- Mecenazgo social: Es cada vez más habitual que grandes empresas realicen acciones aparentemente “filantrópicas” con objeto de cubrir necesidades sociales, aunque persigan un fin totalmente distinto: incrementar sus ventas, mejorar su imagen de marca, fidelizar clientes, etc. En nuestra opinión, el Tercer sector podría obtener una ventaja competitiva si utilizara de forma eficiente esta tendencia, ya que como hemos comentado no son pocas las empresas que acuden al “marketing social” para incrementar su financiación por este tipo de vías. De hecho, ya apenas se conciben grandes empresas sin fundaciones o proyectos sociales que las respalden.
Por último, consideramos necesario realizar un trabajo exhaustivo si no deseamos que a medio plazo veamos reducido este sector a un puñado de organizaciones que se puedan contar con los dedos de las manos, y encontrarnos con un gran número de necesidades sociales no cubiertas por el Estado ni por las entidades sin ánimo de lucro tal y como sucede en otros países de la periferia europea.
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