«Se dedica mucha atención a la corrupción, pero no a potenciar órganos de control como la Intervención General del Estado que impidan la malversación y el fraude»
En este año de 2024 la Intervención General de la Administración del
Estado (IGAE) viene celebrando con múltiples actos su 150 aniversario.
Pocas instituciones pueden vanagloriarse de que sus orígenes se remonten
tan atrás en el tiempo. Creo sinceramente que en buena medida una democracia vale lo que valen sus instituciones.
Desde luego, esto es aplicable a la IGAE, dada la importancia de la
función que se le ha encomendado, el control del gasto público y
garantizar la transparencia en las cuentas públicas. No obstante, su
actuación a menudo pasa desapercibida y no siempre se le da la
relevancia política que tiene.
Quizás este sea un buen momento de darle visibilidad, aprovechando que cumple siglo y medio de existencia, para decir algo sobre ella y sobre todo acerca de las funciones que debe realizar. Lo primero es que su nacimiento no fue aleatorio o gratuito, hubo que esperar a que las libertades estuviesen medianamente asentadas en el Estado y el Patrimonio Nacional separado del de la Corona para que se crease un organismo orientado a controlar el gasto público y garantizar la autenticidad de las cuentas públicas. Fueron el Sexenio liberal y la Constitución de 1869 los que pusieron los cimientos para que esto fuese posible.
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