Opinión. Mª José Carrillo Nicolás, socia auditora de Praxis AFC
Desde abril observamos como gran parte de las PYMES murcianas han optado por acudir a los préstamos COVID avalados por el ICO, algunas de ellas por la falta de liquidez provocada por la crisis sanitaria y otras para asegurarse un umbral de liquidez de seguridad ante un futuro económico incierto en el corto y medio plazo, sin embargo, nadie puede controlar los efectos de una crisis de la que desconocemos sus consecuencias por impredecibles.
Hace unos días, el Gobierno ha propuesto un estado de alarma que dure seis meses, lo que implica incrementar las restricciones y lanzar un mensaje de que no existe control científico alguno sobre este virus y, por lo tanto, sobre sus efectos en la economía. Una de las consecuencias de lo anterior es que ese fácil acceso al crédito por parte de las PYMES puede convertirse en un problema en lugar de ser la ayuda que tanto necesitan.
Por ello, las PYMES deben plantearse cuatro importantes cuestiones en estos tiempos:
1) el estudio de su liquidez a corto, medio y largo plazo,
2) el control de las insolvencias y análisis exhaustivo del crédito de sus clientes,
3) el impacto en su cifra de negocios (posibles caídas de las ventas), y
4) el análisis y control de sus gastos.
Unos estados financieros que reflejen la imagen fiel de la empresa son fundamentales para la correcta toma de decisiones en el corto y medio plazo.
Cuando una entidad somete sus cuentas anuales por primera vez a auditoria puede ser habitual observar que sus estados contables no reflejan la imagen fiel, no siendo conformes a los principios y normas contables de aplicación. Los motivos pueden ser variados, desde falta de supervisión de los órganos de dirección, deficiencias de control interno en áreas que son susceptibles de fraude o departamentos contables y de administración con personal no lo suficientemente cualificado.
Los directivos de cualquier empresa deben asegurarse de que su contabilidad refleja la imagen fiel. Las necesidades de financiación deberían estar fundamentadas en un estudio de la empresa a partir de una contabilidad actualizada, fiable, comparable con el pasado para poder hacer proyecciones a futuro, y que se ajuste a la realidad.
El trabajo del auditor no solo se debe centrar en una función de supervisión y verificación, sino que debe perseguir acompañar a la dirección de las empresas hacia la mejora constante de todos sus procesos contables, de gestión y de control, evaluando periódicamente los riesgos inherentes a la propia actividad de la empresa y los de control interno para poder detectar y corregir errores del sistema con la rapidez necesaria o incluso anticipándose a ellos.
El auditor de cuentas debe emplearse a fondo para conocer todos los procesos de la empresa, debe poder trabajar en las instalaciones de la empresa para que fluya la comunicación con el personal y los directivos de la misma con los que debe tener comunicación directa. Esto hará que la auditoría de las cuentas anuales no quede en una mera revisión y cree un valor añadido que sirva a la empresa para mejorar sus procesos y su toma de decisiones.
Las empresas que presentan procesos internos fuertes, consistentes, evaluados por el personal adecuado, con un sistema de gestión y una contabilidad libres de errores y actualizados habrán evaluado su situación y necesidades de financiación actuales y futuras de una forma más fiable que las que no los presentan, formalizando los préstamos que realmente necesitaban en base a una planificación previamente establecida, haciendo que esa financiación se convierta en una ayuda y no en un problema a medio plazo.
Un reciente estudio de la Universidad de Cantabria, publicado por el Instituto de Censores Jurados de Cuentas, muestra que el hecho de que las PYMES estén auditadas tiene un efecto claramente positivo sobre otras variables de interés a la hora de la concesión de estos créditos por las entidades financieras.