
Mientras la conferencia se celebra en el paraíso turístico de Sharm el Sheij bajo el patrocinio de empresas contaminantes, la ONU denuncia esta práctica
José Rosado - 12/11/2022 Actualizada 04:00
"A día de hoy, el planeta no puede permitirse más retrasos, excusas o greenwashing". La presidenta del grupo de expertos de la ONU, Catherine McKenna, defendió en la COP27 poner fin al blanqueamiento ecológico –conocido como greenwashing– por parte de algunas entidades. ¿En qué consiste esta práctica?
En
un hotel de lujo de una isla privada en mitad del Pacífico, un letrero
colgaba en una de las habitaciones advirtiendo del gasto de agua que
suponía lavar las toallas usadas una sola vez e invitaba a dejarla en el
suelo en el caso de querer reponerla. Un símbolo de reciclaje
acompañaba la leyenda del cartel.
Jay
Westerveld, un universitario que se encontraba en Fiyi haciendo surf, se
coló en el hotel para birlar precisamente una toalla cuando vio el
letrero. Unos años después, este estudiante acuñó en un ensayo el
término greenwash recordando la práctica de este hotel que intentaba ofrecer una imagen ecologista. Hizo falta poco tiempo para que esta idea se popularizara a nivel mundial.
En
una época donde prácticamente toda la información provenía de la
televisión, la radio y la prensa escrita, la capacidad de verificación
era limitada por lo que muchas empresas recurrían a esta práctica.
Especialmente famoso fue el caso de Chevron, que gastó una fortuna en
anuncios para trasmitir su compromiso con el medioambiente mientras violaba todas las leyes al respecto
y vertía petróleo en refugios marinos protegidos. Uno de los mayores
contaminantes de Estados Unidos, DuPont, lanzó en 1991 un anuncio con
animales marinos como focas y delfines para promocionar sus petroleros de doble casco.
La llegada de las nuevas tecnologías ha cambiado algunas prácticas de greenwashing,
pero en absoluto las ha suprimido. Alliance to end plastic waste es una
organización no gubernamental y sin ánimo de lucro con sede en Singapur
cuyo objetivo es erradicar el desperdicio de plásticos. Hasta aquí todo
ejemplar. Lo chocante es que entre los miembros fundadores se
encuentran petroleras y químicas como Chevron, ExxonMobil, Mitsubishi
Chemical Holdings, Procter & Gamble o Shell.
Blanqueamiento en la COP27
En la COP27, el asunto del greenwashing ha
vuelto a estar sobre la mesa. La ONU, a través de McKenna, ha
presentado un informe elaborado por 17 expertos con diez recomendaciones
para evitar el blanqueo ecológico. Entre otros ejemplos, pide a las
entidades que no puedan declararse «cero neto» mientras sigan
construyendo o invirtiendo en combustibles fósiles o alinear sus
políticas de lobbying de acuerdo con los compromisos climáticos.
Estas
sugerencias, sin embargo, resultan paradójicas en un ambiente como el
de la COP27, que se celebra en el paraíso turístico de Sharm el Sheij,
una de las joyas turísticas de Egipto de dudosa sostenibilidad. Aislado
del desierto del Sinaí por un muro –no en vano es una zona controlada
por yihadistas–, este enclave cuenta con su propio aeropuerto y un
complejo hotelero que supone un importante impacto ecológico. Por no
hablar de las graves vulneraciones de derechos humanos que se producen
en el país.
Luego está el asunto de los
patrocinadores. Coca-Cola, uno de los principales mecenas del evento,
produce unos 120.000 millones de botellas de plástico de usar y tirar al
año. Una auditoría de marca de la ONG Break Free From reveló que esta
empresa fue el mayor contaminador de plástico del mundo durante cuatro años. Vodafone, Egyptair, Microsoft o BCG son algunos de los patrocinadores del evento.
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